Y la última. Esta vez era en el año 2019. Reportaje diario acerca del devenir de una actividad de carácter voluntario-profesional. En determinado momento, el director de dicha actividad me dice que debo borrar unas fotos publicadas.
¿Por qué? Las considera "inapropiadas". Sin mayores explicaciones. Y, que , si no lo hago, no haré ninguna foto más en su reino de taifas.
Así que chao. Posteriormente, y comentando las fotos con algún que otro colega de profesión del susodicho, me advierte que no me coma el coco; que buena parte de mis fotos lo que consigue es dejar, aún involuntariamente, en evidencia la escasa profesionalidad de los actores. Y eso jode, aún más cuando se habla desde un altar. En fin, material para mis memorias.
Pero entre el profesional del progresismo setentero y sus contradicciones , y el censor, endiosado juez de moralidades gráficas de facebooks ajenos han pasado muchos ejemplares del bestiario liberticida. Y siempre bajo diferentes caretas y múltiples excusas.
Y en muchos mundos. También en el sindical. Recuerdo el caso de los que pretenden salvaguardar su "imágen pública" según caprichos o conveniencias. Desde un (anti)líder sindical que se ofende al fotografiarlo en un acto público donde, además, realiza un papel relevante, a los líderes del SUP que, reclamando en Huesca equiparación salarial para todos los cuerpos policiales en toda España, me identifican al final del acto ("es que no te conocemos", es el argumento que esgrimen) y me retienen una tarjeta de memoria que devuelven a las horas.
O el maltrato hacia el sindicato en el cual trabajaba durante las negociaciones del Convenio de monitores escolares, en el cual la mayor preocupación del sindicato del "fuego amigo" era silenciar las informaciones acerca del desarrollo de las negociaciones. Eso de luz y taquígrafos no parece ser de recibo en algunas cúpulas sindicales..
¿O el cabreo de los ex-dirigentes de UGT y CCOO (dirigentes en el momento del relato de los hechos?, cuando publico una foto de ambos sosteniendo una pancarta con el lema NO 67 justo días antes de que firmaran por el cambio progresivo de la edad de jubilación?
¿O el aviso ("que sepas que hay gente a la que no le ha gustado nada"), cuando edito un videoclip en el que se denuncia el trapicheo de las tarjetas black por algunos jerifaltes sindicales? (Puedes verlo AQUÍ?)
O , ¿como olvidar al gurú oscense del republicanismo, un individuo que firma como investigador, historiador, periodista y escritor, que, un buen día decide que yo "no lo defiendo con entusiasmo públicamente" y que, por ello, no soy digno de fotografiarlo o reseñarlo ?. Un hombre en este momento situado en la cresta de la ola desde la cual pretende juzgar, y controlar, al parecer el trabajo de otros. Sobre todo de algún otro cuya capacidad de trabajo y buena intención está muy por encima de su capacidad de discernimiento.
¿O, como no recordar en este momento al autogurú del exilio, aquel republicano excelso de verbo nasal y emoción sin apenas contención cuando la galería se lo permite, pero que no tiene empacho alguno en retirar banderas tricolores porque le pueden estropear la foto con alguna autoridad? ¿O, incluso, en bajar a Huesca a amenazar a quienes denuncian su tropelía? El caso es el de siempre: censurar, acallar y eliminar al disidente que, con sus acciones, puede perturbar otros intereses establecidos.
Pero, creo yo, es suficiente con estos ejemplos
Lo dicho: todo material para memorias, para cuando pueda permitirme el lujo de retomar notas, consultar agendas, desempolvar historias y publicar. Y, supongo, para cuando mi economía pueda responder alguna que otra demanda, que la piel de los/as censores/as suele ser extremadamente fina. Excepto en la zona facial, donde su grosor y dureza queda muchas veces confirmado por lo burdo de sus acciones.