Haciendo amigos

¿Haciendo amigos?

No tengo la impresión de que el debate, la discrepancia, el espíritu crítico o el pensamiento libre sean valores socialmente reconocidos. Ni siquiera tolerados. Pero es lo único que tenemos para enfrentarnos al pensamiento único, a la versión oficial, a la presión social inducida por el poder, a los medios de comunicación sometidos, a la intelectualidad de pesebre, a los baboseantes afectos al régimen, al caciquismo de tractor o de mercedes ...

Este blog es un órgano de expresión personal que va más allá del subjetivismo y que tan sólo pretende aflorar una opinión, una sensación, un comentario ante retazos de la realidad que cada día pasan ante mis ojos.

¿Hacer amigos? Seguro que no es un blog que no rehúye polémica alguna el medio más adecuado para ello.

jueves, 5 de mayo de 2022

Se llama Guillermo

 Desde hace un par de días podéis verlo en la plaza Zaragoza de Huesca (la plaza del casino, vamos). A su lado, el escueto cartel que indica la razón de su permanencia en este lugar y el cómputo diario de esta última acción de dignidad y rebeldía que protagoniza.

Un banco de madera y un colchón en el suelo conforman su entorno, su trinchera, su barricada. Un par de termos con agua, todo su menaje. Mascún, el pastor alemán que lo acompaña, su apoyo emocional más cercano en este paraje urbano que ha acogido cientos de veces reivindicaciones de toda índole.

Afortunadamente, no está sólo. Cada rato se le acerca alguna persona que se interesa por su estado. Cada rato, recibe una llamada de apoyo y afecto. Y así, rato a rato, van pasando las primeras 48 horas de esta huelga de hambre, de este nuevo intento de buscar justicia, de esta página nueva  de la resistencia ante el poder  en la historia humana.


19 de octubre de 1992. 09:05 horas. 
Almacén de Pinturas, en Binéfar.
Guillermo tiene 19 años. Sufre un accidente laboral y aquí comienza su peripecia vital, tres décadas de peregrinaje entre abogados, juzgados y servicios sanitarios.
Con un traumatismo craneoencefálico y tras una pérdida de conocimiento, es trasladado en ambulancia al hospital de Barbastro (l servicio prestado por Cruz Roja del que no queda constancia) y permanece en este hospital durante 25 horas en observación.

Afirma Guillermo que en el parte de asistencia se indica "caída de escaleras" y se falsea el lugar de la incidencia. Y también afirma quien es la persona que conspira y soborna para que esa falsedad conste.

El caso es que Guillermo es remitido por la empresa a la mutua de accidentes, que procede a someterle a un proceso de rehabilitación que termina, dado el pésimo diagnóstico que se le hizo, de destrozarle la muñeca izquierda. Espeluznante el relato que hace de las sesiones de auténtica tortura a la que se le somete. Hasta que en Febrero de 1993 se le reconoce "mano neurológica" y es trasladado a Barcelona, lugar donde será operado en varias ocasiones sin que sea consciente de haber firmado ningún consentimiento.

Y empieza aquí el periplo judicial. Un par de juicios que pierde y un viaje interminable entre médicos y peritos judiciales, que puedan poner nombre al dolor que padece.
Finalmente, en el año 2008 se le diagnostica "síndrome regional complejo". Su paso por la Unidad del Dolor, tras pasar por las diversas etapas que conlleva, acaba por colocarle un neuroestimulador que se incrusta en su espina central.
Ya en el 2021, nuevo varapalo judicial: El juzgado desestima la peritación que presenta y que explica con claridad las causas de su mal. La razón de desestimar la peritación de parte la tendrá que explicar el juzgado. El asunto está ahora en manos del Tribunal Supremo.


Guillermo cubre su muñeca izquierda. Una muñeca que da paso a una mano parcialmente deforme, con un dedo paralizado y una hinchazón más que evidente.
Guillermo se aguanta las hambres, las físicas. El hambre de justicia le hace mantenerse en pie dispuesto a mantener su postura hasta que el cuerpo aguante, hasta que se le reconozca que el mal que padece no es una "enfermedad común", sino un derivado de un accidente de trabajo. Y hasta que la mutua, responsable (presuntamente) del  dolor como única constante en su vida, le indemnice. Si es que algo así puede indemnizarse.

Es en la indiferencia del sufrimiento ajeno donde está la esencia del mal. En la indiferencia o en la trivialización del mismo. La historia de Guillermo (yo sí te creo, hermano) nos muestra de cuánta maldad y de cuánta mala gente puede conocerse en un rato de charla en un incómodo banco de madera en una plaza pública convertida en un altavoz de un caso así

Y no sé si debiera extrañarnos. Al menos en un país donde se producen casos como el trabajador de panadería con un brazo amputado en una amasadora y cuyo patrón lo abandona en las proximidades de un hospital, no sin antes aleccionarle acerca de lo que debe decir.(1)

Y no sé si debiera extrañarnos. Al menos en un país que se escandaliza porque los trabajadores de hostelería (vale, sí: no todos, no todos...)hacen jornadas rayanas con el esclavismo y que, por necesidades del servicio (servicio = engorde beneficios de la patronal) deben renunciar al descanso entre jornadas. 

En suma , que Guillermo, en esa lucha personal que lleva tres décadas entablando, no lo hace por sí sólo. Consciente de ello o no, lo hace por los hombres y mujeres que han visto su salud e integridad puestas en peligro por empresas que prefieren no invertir en seguridad, que no les tiembla el pulso a la hora de mentir para exculparse o que remiten a su personal herido a mutuas (auténticos negocios sanitarios) cuyo único fin es tramitar altas cuanto antes y con el menor coste posible para el contratador.

Se acerca la noche. Un colchón en el suelo o, si el tiempo es malo, el interior de un coche como lugar de descanso. Felices sueños, Guillermo. Si el dolor te lo permite.



(1) Franns Rilles Melgar no podía sospechar que su aventura europea acabaría en tragedía. Pero así fue. El 28 de mayo perdió el brazo izquierdo mientras trabajaba en una panificadora. La máquina de amasar se lo segó de cuajo. Accidente laboral, si tuviera contrato. Su jefe lo abandonó a 200 metros del hospital. Y se deshizo de la extremidad sin dar opción a su reimplante.

Ahora la fiscalía investiga los hechos por si pudieran ser constitutivos de delito. De uno o de varios. Porque este joven de origen boliviano tampoco había sido dado de alta a la seguridad social. Y como él otros tantos, según denuncia CCOO.

Franns trabajaba en esta empresa desde hacía dos años "con jornadas de 12 horas diarias, sin contrato, y por un sueldo de 23 euros al día", apunta el secretario comarcal de CCOO en la Ribera-Safor, Josep Antoni Carrascosa.

El Mundo. 10 de junio del 2009


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