Haciendo amigos

¿Haciendo amigos?

No tengo la impresión de que el debate, la discrepancia, el espíritu crítico o el pensamiento libre sean valores socialmente reconocidos. Ni siquiera tolerados. Pero es lo único que tenemos para enfrentarnos al pensamiento único, a la versión oficial, a la presión social inducida por el poder, a los medios de comunicación sometidos, a la intelectualidad de pesebre, a los baboseantes afectos al régimen, al caciquismo de tractor o de mercedes ...

Este blog es un órgano de expresión personal que va más allá del subjetivismo y que tan sólo pretende aflorar una opinión, una sensación, un comentario ante retazos de la realidad que cada día pasan ante mis ojos.

¿Hacer amigos? Seguro que no es un blog que no rehúye polémica alguna el medio más adecuado para ello.

domingo, 1 de enero de 2012

2012: Colores de guerra (II)

AVISO PREVIO: Cualquier información que aquí comente es de dominio público; es decir, no hay nada "wikileaks",ni informaciones que me hayan podido llegar en función del trabajo sindical que personalmente desarrollo.

Colores de guerra sindicales: Cuando NEOFATO salió a la luz, el primer texto tuvo como objetivo el anterior secretario de la UGT en Huesca, Ángel Laguarta. El motivo era una campaña de dignificación del salario mínimo profesional (¡¡Pónte a mil!!, se llamaba). Era octubre del 2007; seguimos con el SMI congelado en 641 euros. En dicha ocasión se escribió que "la pobreza ,aún cuando sea simple precariedad económica, asesina la dignidad;y lo hace porque, por ejemplo, obliga a unos padres a aceptar horarios de esclavo que les impiden, incluso, compartir vida con sus hijos, o porque procede de esa, por lo mísera y obsoleta, vergüenza institucionalizada llamada "salario mínimo interprofesional".Y, sobre todo, la pobreza hace indignos a todos cuantos con ella conviven sin hacer nada por erradicarla." Sigo pensando lo mismo.

Seguimos en Huesca:
En los últimos tiempos, el sindicalismo mayoritario (sin eufemismos: UGT y CCOO) ha dejado un poso de campañas reivindicativas fallidas (muchas veces, me temo, hechas de cara más a la galería mediática que a la práctica reivindicativa), concentraciones protocolarias "Por el Trabajo Decente" sin consecuencias, autoloas complacientes a la capacidad de consenso de organizaciones sindicales que se sientan a la mesa con auténticos sinvergüenzas incapaces de acordar nada por falta de palabra (Ver "De gilipollas"), actos sindicales (Madrid y Zaragoza) con despliegue de medios importantes que, me temo, para muy poco más sirvieron que, como muy gráficamente expresa una compañera, para "hacer la ola a los jefes" y alguna que otra huelga general o sectorial con un eco menor (bastante menor, según mi punto de vista) del deseado.
Y esa es la realidad, una realidad inscrita, además, en una campaña de desprestigio tan burda e injusta que, por ello mismo, resulta increíble no haya tenido una respuesta inmediata y sin concesiones por parte de las organizaciones difamadas.

Me refiero a esa campaña que, en mezcolanza infecta, hablaba de subvenciones como regalías, de viajes privados como lujosos periplos de pacer (he escrito bien: pacer) y conspiración, de participación y negociación en ERES como actividad "vendeobreros" y que, unas veces, criticaba a las centrales sindicales por su inactividad y, otras, las acusaba de parasitismo estéril. Una campaña que recibía, como inusitado regalo, el silencio de los vilipendiados y la no reacción en forma de actuaciones judiciales. Hubo un sector importante de la población que asumió las consignas miles de veces repetidas y se convirtió en feroz antisincalista de bar y tajo; y a ello contribuyó (y lo repito nuevamente) la callada por respuesta; y la incoherencia sindical, no nos engañemos...

Porque cuando se ACUSA a Toxo de hacer un crucero (calificado multiocasionalmente de LUJO por las fuentes) sin informar que era un viaje privado, costeado con fondos privados y con un coste inferior a una quincena de vacaciones en un hotel mediano de la costa mediterránea en temporada alta y, aún más, contratado en una agencia de viajes concertada para toda la afiliación, no se ataca a TOXO persona. Se ataca a Toxo como cara visible de un sindicato. Y, si bien el Toxo persona tiene todo el derecho del mundo a no responder bajo la máxima del "ladran, luego cabalgamos" , el Toxo secretario de CCOO tiene la obligación de defender el honor y las buenas maneras que afectan a nuestra credibilidad de sindicalistas y trabajadores.
Exactamente igual que cuando ACUSABAN a Cándido Méndez de "morro fino", de amante de la buena mesa. El nivel de esas difamaciones es de una bajeza tal que, por ejercicio simple de la libertad de expresión y derecho a una información veraz, no debieron dejarse pasar sin una respuesta contundente.
Como tampoco debieron permitir dejar pasar, sin contestación, las afirmaciones del enriquecimiento sindical a costa de permitir el despido de miles de trabajadores mediante aceptación de EREs fraudulentos. O, aún peor, la información suministrada por Bankinter de que CCOO había asesorado a la empresa en un ERE. Si era falsa la información, en ejercicio del derecho a réplica, obligando a ésta o llevando el asunto por vía penal; si era cierto, ofreciendo en bandeja de plata a la opinión pública la/s cabeza/s de los responsables de tal desafuero, de esos sindicalistas de pacotilla que creen que un sindicato es una simple empresa de servicios y que, como tal, puede venderse al mejor cliente.
Pero no toda la culpa del, posiblemente, más negativo índice de credibilidad del sindicalismo mayoritario de toda su historia podemos achacarlo a una campaña orquestada (y nunca contestada) por unos medios de comunicación determinados que encontraron eco en unos sectores de la población ávidos de escuchar consignas de ese tipo. No; también buena parte de la culpa sea de las propias UGT y CCOO que no han sido capaces de desprenderse de esa sospecha ampliamente difundida de connivencia, por cuestiones ideológicas y/o económicas, con el poder socialista y las dos legislaturas de márketing vacío de contenido y de nulo avance en la consolidación del estado social.Sospecha que ahora, además, los bloquea de cara a futuras movilizaciones; movilizaciones que serán calificadas como políticas, aludiendo a la no existencia de las mismas en periodos muy cercanos en los que el número de parados alcanzó cifras impensables. En fin, que cría fama (mala en este caso) y échate a dormir...

También la incoherencia de las cúpulas sindicales ha dado pié a conformar esa imagen nefasta. Recordemos la defensa cerrada que ambos sindicatos hicieron del mantenimiento de las pensiones.Con el lema gráfico de : NO 67. Y recordemos lo que hicieron después: firmar; y explicar la firma con una falacia del estilo que venían muy creciditos los otros y que si no se negociaba hubiera sido peor. Es decir, que parece que el acuerdo de pensiones (permítaseme la vulgaridad) se limitó a acordar el punto exacto hasta el cual debían bajarse los pantalones esta generación y las futuras. Y SE FIRMO TAMAÑA BARBARIDAD. ¿A ningún sindicalista de los que han cambiado la visita a la empresa o la asamblea en la calle por el mítin de aforo entregado o la pancarta consensuada se le ocurrió hacer acopio de dignidad para dar un puñetazo en la mesa e impedir que el documento que garantiza la pobreza de las próximas generaciones de pensionistas llevara el sello inconfesable de nuestra firma?
Claro que la incoherencia llega también a las bases de estas centrales que, por lo que yo sé, se encontraron un día manifestándose contra el pensionazo y , días más tarde, defendiéndolo. Por mandato presidencial, como quien dice. Y todo ello, salvo excepciones de coherencia, en vez de denunciar el acuerdo y mandar a los artífice del mismo a reincorporarse a su empleo anterior.

En suma, que este 2012 si queremos recuperar lo que nos dio carta de naturaleza, no estaría mal que comenzáramos a sentirnos orgullosos de lo que somos (comenzando por levantar el puño sin pudores absurdos cuando cantamos nuestro himno).Doblar cuidadosamente las corbatas de la mesa de negociación (volveremos a ellas cuando nuestra representatividad y la fuerza de nuestra afiliación nos garanticen no ser comparsas o cómplices de más claudicaciones) y ceñirnos al cuello pañuelos rojos. Y pintarnos la cara con colores de guerra; como trabajadores acosados primero. Como sindicalistas después. Y hacer nuestro trabajo; aunque no seamos invitados a recepciones oficiales o eventos donde no pintamos nada.

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