Haciendo amigos

¿Haciendo amigos?

No tengo la impresión de que el debate, la discrepancia, el espíritu crítico o el pensamiento libre sean valores socialmente reconocidos. Ni siquiera tolerados. Pero es lo único que tenemos para enfrentarnos al pensamiento único, a la versión oficial, a la presión social inducida por el poder, a los medios de comunicación sometidos, a la intelectualidad de pesebre, a los baboseantes afectos al régimen, al caciquismo de tractor o de mercedes ...

Este blog es un órgano de expresión personal que va más allá del subjetivismo y que tan sólo pretende aflorar una opinión, una sensación, un comentario ante retazos de la realidad que cada día pasan ante mis ojos.

¿Hacer amigos? Seguro que no es un blog que no rehúye polémica alguna el medio más adecuado para ello.

sábado, 17 de enero de 2015

FCC y Huesca. Historia de un maltrato.


El acrónimo FCC es en esta ciudad sinónimo de falta absoluta de credibilidad, de incumplimiento a la palabra dada y de menosprecio continuado al acuerdo firmado. FCC tiene el triste honor de ser ejemplo de manual de insensibilidad social y de burla a la ciudadanía oscense.
Aún recuerdo (¡imposible olvidarlo!) cuando el pasado marzo llegó hasta mis manos un completo dossier, profusamento ilustrado con una decena de fotografías, que evidenciaba el grado de suciedad, de cochambre, de falta de higiene, de peligrosidad del local en el que FCC pretendía que sus trabajadores desarrollaran parte de su jornada. ¿Cómo no recordar esa inexistencia de vestuarios, el suelo encharcado, las paredes infectas, los baños impracticables, la instalación eléctrica incompatible con una actividad industrial...? Fotos que eran incontestables, que alcanzaron una enorme difusión  y que levantaron la liebre acerca de las prácticas empresariales de esta multinacional.

Pero eso no era nada; tan sólo la punta del iceberg. Tras ese cenagal putrefacto convertido en centro de trabajo de la empresa que, paradójicamente, debía satisfacer las necesidades de higiene y limpieza viaria de buena parte de nuestra ciudad, se escondía una realidad que fue aflorando de manera incontenible: trabajo sin convenio, sin estabilidad, sin derechos... Neoesclavismo del siglo XXI; sin paliativos.

Afortunadamente, las gentes que trabajan en este servicio bajo la losa de FCC no se amedrentaron. Ni aún cuando comenzaron en ese instante las amenazas, las represalias, las coacciones. Inspección de Trabajo y Corporación oscense fueron informados. Y comenzó la espiral: sanciones y multas a la empresa por incumplimientos; sanciones de FCC a trabajadores por razones a cada cual más inverosímil, en pueril actitud revanchista. Y vuelta a empezar.
Entretanto, una ciudadanía que se preguntaba las razones por las que se mantenía el contrato con una empresa que dejaba tanto (todo, en realidad) que desear; ciudadanía que, a la vez, se admiraba del empeño y la profesionalidad con la que cumplían su cometido los trabajadores. 
Trabajadores que negocian con la empresa y alcanzan la firma de un convenio que, muy lejos de ser un acuerdo modelo, permite al menos recuperar la esperanza en unas condiciones laborales algo mejores; esperanza abortada por los incumplimientos sistemáticos de la empresa que juega con la paciencia y la fragilidad económica de una plantilla que se verá abocada en varias ocasiones a huelgas ante la cerrazón de los dirigentes de FCC. Y una vez más la responsabilidad y buena fé de quienes limpian nuestras calles, que desconvocan una y otra vez movilizaciones ya previstas en repetidamente traicionados votos de confianza en el cambio de rumbo de la empresa.

Hasta que la situación estalla a finales del año pasado y la tan largamente demorada huelga se convoca y ejecuta. De la manera y en las fechas que la representación sindical estima oportunas. (¡¡faltaría más...!!)
Y es cuando la falta de sintonía de FCC con la realidad sube otro escalón. No le basta con incumplir sistemáticamente lo acordado tanto con su cliente externo (Huesca; y, por ello, toda su ciudadanía) como con sus trabajadores. Ahora, además, pretende que éstos acallen su voz y que, si han de convocar cualquier movilización, lo hagan en tiempo y forma que a la empresa le plazca. Y que se hurte a la ciudadanía el derecho a ser informados acerca de su actuación, bajo pretexto de daño a los intereses de la empresa. Y, además, que se indemnice el sufrimiento causado a la misma con cerca de seis mil euros que, AMENAZA, pueden ser más si de la conflictividad laboral que ha propiciado en su seno pudieran derivarse nuevas sanciones, multas y/o la rescisión del contrato con el ayuntamiento.
En este punto resulta obvio destacar que entran en conflicto dos intereses: por un lado, los de la todopoderosa FCC, empecinada en tratar esta ciudad como neocolonial territorio conquistado y, por otro lado, los intereses de la ciudadanía. Una ciudadanía interesada en recibir un servicio adecuado que satisfaga las necesidades de limpieza viaria y , como  parte de la anterior, una ciudadanía que, además, en su doble vertiente de ciudadanos y trabajadores de FCC, aspira a unas dignas condiciones de trabajo.
Afortunadamente no estamos en la Barcelona de Martínez Anido; unos procedimientos empresariales han sido sustituidos por otros, pero el amedrentamiento, la coacción y la presión sin límites  siguen estando en la genética de algunos somportamientos. Eso parece ser, al hilo de las última maniobra de FCC, entonar un victimista y plañidero canto al "desproporcionado daño que se le ha causado" en forma de denuncia de la huelga por "abusiva" y novatoria; discurso que no resiste el mínimo análisis a la vista de la trayectoria de FCC en esta ciudad, si bien debemos admitir que en cuanto a conductas abusivas es FCC quien tiene un máster y sobrada autoridad en la materia.

Este lunes, un nuevo capítulo. Acto de conciliación en el SAMA y enroque decidido y firme de los trabajadores de FCC que no van a permitir bozal alguno. Y una administración municipal que debe dejar de escudarse en el tan manido pretexto del conflicto laboral entre dos partes y asumir su papel protagonista en la defensa de los intereses y el bienestar de sus administrados; también, y de un modo muy firme en esta ocasión, salvaguardando con una sensibilidad especial los de sus administrados trabajadores de FCC.


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