Leo con asombro (aunque sin excesiva extrañeza, la verdad) el celo profesional y la hipersensibilidad corporativa, características ambas de mejores causas, que han llevado a unos agentes de policía a sancionar a una mujer que llevaba un bolso en el que se leían las siglas A.C.A.B.
Brillantísima actuación policial y aún más elogioso el empecinamiento de los uniformados servidores del Estado que se negaron a la evidencia de lo adorables que son los gatitos y prefirieron tomarse el complemento femenino como una nada velada alusión a la virtud y moral (entendidas ambas al patriarcal modo, por supuesto) de sus señoras madres.
Recuerdan estas actitudes (en Monzón hay un mozo que sufrió, multa incluida, algo similar y por similar motivo) el tiempo de decadencia de la censura eclesial que veía demonios lúbricos y oscuras incitaciones donde , de haberlo, lo que había no era para tanto. Pero actitudes decadentes que, frivolizándolas, dejaron en el anecdotario colectivo múltiples ejemplos vivos del grado de enfermedad de las mentes volcadas en la represión y censura de los pensares y sentires ajenos.
Por otra parte, hoy en día no hay bastardos/as o hijos/as ilegítimos/as. Afortunadamente hoy la prole no debe estar previamente bendecida por ningún papel ni civil ni religioso para disfrutar de iguales derechos. Y quien pretenda utilizar ese término (o el de Hijo de Puta, aún más castizo) para insultar se retrata. Y no queda nada favorecido, añado.
Bueno, perdón, sí: quedan aún unos bastardos. Los reales que han pasado de comandar naves de combate o reprimir rebeliones en las Alpujarras a ser carne, de muy buena gana hay que decirlo, de cañón para revistas y formatos de TV de esos que se llaman del corazón.
En este sentido, y habida cuenta de lo que la historia relata, podremos afirmar (no sin cierto temor a que algún cortesano baboso lea esto y la emprenda con este juntaletras) que las casas reales han sido auténticas fábricas de bastardía aunque las cabezas de las mismas hayan sido engendradas en úteros al profesional uso donde recibir el esperma real , convenientemente bendecido.
Dicho esto, y volviendo al eje del post, insisto en dos cuestiones:
1.- Dado que ninguna persona está obligada a declarar acerca de sus creencias o ideología, aún menos acerca del significado del acrónimo que porta donde le parece oportuno. Afortunadamente la ciudadana sancionada no llevaba el ACAB tatuado.
2.- Parece ser que en la(s) academia(s) de policía(s), que en este Estado existen, algo de inglés se enseña;no lo suficiente, temo. Lo que no creo que se haga es dar lecciones de interpretación de acrónimos o de juicio de intenciones.
Los perspicaces funcionarios armados y uniformados que prestaron tan valioso servicio supieron vislumbrar, a través de los pliegues de la tela bolsar, el contubernio irrespetuoso. Tal es así su indudable olfato que sería procedente el facilitarles un destino más acorde con sus habilidades y que permitiese aprovechar al máximo sus facultades de deducción. ¿Quien no se ha preguntado, en más de un ocasión de insomne desasosiego, que oscuro significado se oculta tras RENFE, ADIDAS, CNP, CRMAHU, CEOS-CEPYMA, OSTA, ISBN, TALGO, SOS o INRI, por ejemplo? ¿Quien no se ha sentido extrañado ante el fascinante azar de un crucigrama irresoluble? ¿Se esconderá acaso alguna instrucción secreta de un antisistema versado en letras?
Pero quizás nada haya de esto y todo pueda condensarse en una reacción chulesca de un(os) prepotente(s) que, al estilo de los broncas discotequeros (¡¡Me has mirado mal, tú!!), buscan provocación la haya o no para exhibir matoniles modos. En este momento, una multa. Antaño, un par de hostias... (¿He dicho antaño?)
3.- Negar que entre el conglomerado de gentes de ocupan plaza en la policía (del uniforme que sea) hay personal delincuente, esto es, con condena firme por delitos de lo más variado (algunos de extrema gravedad) es estar ajeno a la realidad y a la historia.
Lamentar que una ley de punto final, quizás oportuna en su momento (seguían estando del lado bueno del arma) pero cobarde en la actualidad, permita a gentuza seguir paseando su impunidad por las calles es una estafa y un agravio.
Decir que TODOS LOS POLICÍAS SON BASTARDOS es una gilipollez. Casi tan grande como pretender eliminar el acrónimo ACAB. O pretender ilegalizar la asociación ACAB (http://www.acab.org/es)
Y eso es todo lo que tenía que decir de este asunto. Llega, por hoy, mi ACABóse.
Al pie:
Por cierto, si ACAB pasa a ser motivo de persecución, la cifra 1312 también lo será. Incluso algún coche policial podría ser multado. Ojo...
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