El "¿Por qué no te callas?" (con tono nasal o no), el "¡Achanta la mui!" (tan racial él) o el tan contundente "isilik eta kitto" son algunas de las fórmulas recurridas por los que no toleran la libertad; la de los demás, aclaro.
Liberticidas que apuntan ya maneras y que desbrozan la senda a seguir con marañas de comentarios, infundios, llamamientos al buen gusto y no perder las maneras, reflexiones éticas de baratillo y sospechas varias buscando, de facto, la complicidad de los tibios, la aquiescencia de eso que llaman la opinión pública en una mantra final que puede ir desde el "algo habrán hecho" al "parecía que se lo iban buscando".
Siempre los buenos vecinos, los que buscan explicación a la barbarie, los que llegan a justificar el terror en función de la sensibilidad herida de los asesinos, sensibilidad unida a muy determinadas confesiones religiosas e ideologías patrioteras, como si en ellas se contuviera la quintaesencia de la fragilidad personal, cuando lo que se ocultan son intereses bien distintos.
Denuncias, exilio y/o cárcel por secarse el sudor con un paño (evito aquí vocablo trapo) coloreado al rojigualdo modo en el transcurso de una obra teatral o arrancado de un balcón (ikurriña style) en el transcurso de unas fiestas; persecución por cocinar un cristo, por mostrar una cabeza de cerdo en una cruz, por exhibir unas fotos de carácter pornográfico que pueden recordar imágenes de la iconografía religiosa...
O amenazas de bomba por proyectar Jesucristo Superstar. O intento de multa por publicar una caricatura de una real pareja real realizando el acto que constituye el eje básico de la monarquía: engendrar para heredar, follar para perpetuar y perpetuarse...
Antes, no hace tanto, en nombre del auténtico Dios verdadero; hoy, en nombre de Alá el Grande. Siempre lo mismo; el sentimiento religioso y el patriotero son terreno fértil para exacerbar las sensibilidades que degeneran en carnicerías, autos de fe, inquisiciones varias, guerras, bloqueos económicos o sharias.
En unas horas, París será recorrido por una manifestación, a priori, multitudinaria. En ella se encontrarán dirigentes, también, del gobierno español, representantes de un Estado que puede calificarse de todo menos de laico. Mandamases de una España que mantiene en su código penal un artículo, el 525, que recoge (afortunadamente con escaso éxito penal) el delito de escarnio con una pena de ocho a doce meses de multa para quienes ofendan los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, haciendo de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias. Legisladores de un país que amenaza con leyes mordaza y reprime expresiones de descontento popular bajo el pretexto de garantizar los derechos de TODA la ciudadanía, bajo la falacia siempre de la dicotomía LIBERTAD - SEGURIDAD.
En unas horas, París será una riada de gentes sinceras que empuñarán lápices, bolígrafos y cámaras fotográficas junto a los mismos que les impiden realizar su vocación informativa en múltiples ocasiones; pero todo vale: quizás hasta la mayor representante de la xenofobia francesa se permita una foto con el cartelito de JE SUIS CHARLIE y apelando a La Grandeur de La France mientras pide la resurrección de la guillotina.
Y tras la catarsis, volverá la rutina. El mensaje ha sido claro: ejercer la libertad es caro; no es un producto ya pagado, sino que su precio varía según las coyunturas. Y, aunque nos creamos libres para opinar, decir y comunicar, es tan sólo una ilusión. Y esto es algo que estará presente en el próximo dibujante (y en su editor, en su director, en el conserje de su medio ...) que haga una caricatura del profeta, en el próximo fotógrafo que capte el momento en el que el descerebrado de uniforme se pase tres pueblos, o en el blogero que denuncie la falta de transparencia de sus munícipes...
Pero ni aún así podrán con nosotros; porque Mahoma volverá a ser objeto de humor, sátira y crítica, , porque los obispos tapa-pederastas volverán a ser denunciados, porque los cops que abusen de su autoridad seguirán siendo reflejados en blogs y redes, porque los chanchullos del concejal corrupto aflorarán y porque no habrá cuchillo de degüello, arma de fuego, amenaza de multa o prisión que pueda parar a quienes tienen por lema en la vida "LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES"
Y es que CHARLIE somos todos; pero unos más que otros.
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