Primer paseo en esa tierra de nadie entre la verde curiosidad del "¿me abre el maletero?" y la colorida dignidad de los que elevan la voz (banderas de Aragón, esteladas unas,con el mensaje de YESA NO otras; rojinegras enseñas de la cercana Ruesta; alguna tricolor en pins y parches de ropa...). Y primer aviso de la autoridad militar de la civil guardia, exigiéndo a una cámara de TV y a quien esto suscribe que dejáramos libre la calzada.
Y el aviso: que vienen por la carretera de Ruesta, que hay que desmontar el cementerio de cruces acodado en la barandilla del puente, que hay que plegar las pancartas, que hay que acomodarse al hombro las banderas y que hay que darse prisa. ¡¡Que viene la CHE!!. Y lo hace acompañada de un dispositivo político-militar (lo siento; no encuentro mejor manera de describirlo) que, lejos de amedrentar al centenar (¿?) de personas que se infunden valor arrejuntándose en el cruce de carreteras, los encorajina. Por lo brutal, por lo desproporcionado, por lo surrealista, por lo patético, por lo "españaalpargatapanderético" ... Y hasta por lo económico, según se pregunta en voz alta Chuaquin que hace cálculos sobre lo que nos cuesta un despliegue así.
A trescientos metros, la comitiva verde comienza su transformación: verdugos que ocultan el rostro, protecciones en torso y brazos que desfiguran la silueta humana, cascos que oprimen cerebros, barboquejos que niegan sonrisas y piernas con botas y protecciones estilo drag queen; piernas que, por un momento, imagino (frívolo que es uno a veces) en alegre coreografía Village People.
La comitiva verde se desprende de su dualidad; los que están preparándose para ejecutar la ridícula òpera bufa de la represión no son los rescatadores de montaña, las manos amigas en la carretera cuando un incidente los hace imprescindibles, los salvavidas del mar, los perseguidores de la pornografía infantil en la red... Los que se están armando son los gemelos del/los asesino/s de Gladys del Estal, los sucesores de casos como el Almería o el de Cuenca, los que comparten uniforme con los secuestradores y asesinos de Lasa y Zabala, los que hicieron desaparecer a Zabalza...
Escobar deja paso a Galindo.¡¡VIVA la MUERTE!! y ¡¡MUERA la INTELIGENCIA!!, como afirmara el tullido militarote de la épica franquista.
El aniñado capitán de la GC (y aniñado es tan sólo la descripción física) se acerca, casi en solitario, a la pancarta. Intenta hablar, pero no hay mucho que decir: ARTIEDA no rebla. El capitán se retira acompañado por consignas de resistencia y honor ante el expolio y el genocidio.
"¡Les habla la GC!", se escucha; y se escucha bien: este megáfono sí que es de lujo y no como el de aquellos a los que , además de la vida, quieren quebrarles la voz."A partir de este momento, están cometiendo un delito. Tienen cinco minutos para disolverse", termina el jefe del operativo "tomahostias". Su intervención es contestada por gritos que piden respeto y silencio, que el comunicado, lista de agravios, sigue leyéndose.
Gentes que acompañan a niños pequeños se retiran a escasos metros del cruce, buscando una protección relativa para los menores en sus brazos y en la escasa lejanía al escenario de la represión que se barrunta. Yo sigo sin entender la oratoria tejeriana; ni por la sintaxis ni por la semántica; el "se sienten, coño" se escapa a mi capacidad de entendimiento; como lo hace el hecho de escuchar a un funcionario policial devenido en siervo de la CHE hacer calificaciones de conductas como delictivas y, no contento con ello, establecer el momento exacto en que pasan a serlo.
No hay caos; no hay desbandada. Tan sólo el chocar de una oleada policial contra un muro de soberbia firmeza. Mujer que aprieta las manos de un picoleto protegiendo a otros del arco doloroso de ese arma llamada irónicamente defensa; mujer que les grita a la cara su inconsciencia; mujer, Carmen, que, pragmática ella, les recuerda que también a ellos les quitan la paga de navidad; mujer, Charo, que no para de fotografiar y twittear; mujer que entona un canto épico de los pueblos que permanecen en el recuerdo gracias a la memoria; mujer, mujer, mujer... Mujeres que, junto a los hombres que constituyen esa primera línea de defensa por la vida de Artieda, resisten, son golpeadas y no reblan. NO REBLAN. Aunque el jefe del operativo, desde su posición de apoyo tras los escudados, va repartiendo (saltito va, saltito viene), ridículos golpes de porra a través de los huecos que abren los madelman.
Luis que levanta las manos intentando parar el desatino, recordando la estampa "Los fusilamientos del 2 de Mayo"; otro Luis que recibe un golpe en la cabeza, trastabilla y se mantiene firme; Miguel que da una lección magistral (la pedagogía es su fuerte) de pundonor; Valentín, que recibe algunos golpes con la indiferencia y desprecio de quien está por encima de bravuconadas de matoncillos de patio de colegio; y otras decenas de gentes de todas las edades que oponen pacífica resistencia ante los obsoletos tricornios devenidos en cascos fashion power.
El avance verde, que no ha conseguido avanzar un sólo metro, se detiene. Pose de chicos malotes; pierna izquierda avanzada, pierna derecha retrasada; hombro adelantado, cabeza semigacha protegida por el escudo; porra, que no defensa, firmemente sujeta en paralelo a la línea de tierra. Pose de chicos malotes en la que falta el "desarmau" (¡Desarmau los cojones!) que ha perdido casco, escudo y tahalí porrero. Guardia Civil , uno de los del cetme pelotero, que se acerca y me dice:"Caballero: Únase a los manifestantes" (¡¡Joder, si que ha cambiado este país!!). Y el silencio. El silencio de las lágrimas de Mariví, lágrimas de una tristeza infinita. El silencio de los que aguantan el dolor de un golpe o una herida sin un solo quejido; por pundonor, por coraje, por cojones o por ovarios, que tanto monta. El silencio que rompe la voz firme de Valentín que, telefónicamente, exige hablar con el jefe de la CHE para informarle de lo sucedido y hacerle responsable de lo que pueda pasar.
Unos metros más adelante, Joaquín se infiltra en la marea verde (la de hoy, no la habitual de los miércoles) para exigir hablar con el jefe del operativo para que cese inmediatamente la represión; acción que provoca la sordera generalizada en las filas madelman. Joaquín que llama repetidamente al gobernador civil sin obtener respuesta; acción que, espero, le haya supuesto, al menos, una cefalea persistente. Muy pacífica e, incluso, llevadera, eso sí, que uno es de los que agita las manitas en ocasiones en señal de asentimiento 15M.
Antonio que avanza por el lindero de la carretera hasta que el capitán lo detiene y le espeta que, si sigue adelante, se va con él. Antonio que le replica que no tiene inconveniente en ir con él donde diga. Capitán que concilia y le pide que vuelva atrás.
Veinte, treinta minutos resisten las gentes de bien frente a los escudos en cuya superficie se reflejan cuatribarradas. Capitán que vuelve y dice que se devuelvan al "desarmau" los aperos de su profesión, que se retiran y que aquí no ha pasado nada. "¿Como que no ha pasado nada? ¿Y esto que es?" , le grita un joven mostrándole su cabeza herida. "Nosotros también tenemos guardias heridos", vomita el picoleto de saltito con hostia incorporada que a su agilidad física puede sumar su don de la inoportunidad. Y, observando la retirada, el alcalde de Artieda consolado y consolando, en el abrazo y con el abrazo de una mujer, conformando una nueva imágen-icono de la resistencia de Artieda.
Y recuento de heridos. Chichones, heridas contusas en cabeza y cara, marcas de porrazos en los costados. Rogelio con taquicardia... Momentos de relajarse y afirmarse en las convicciones propias frente a unas rodajas de embutido con pan y un trago de la bota.
A mí no me entra nada. Debo luchar contra la náusea y controlarla. No quiero vomitar. Hoy vomitaría verde.
Hasta cuando la fuerza sustituirá a la razón,la porra a la palabra.Nos queda la Dignidad,y vosotros nos lo demostráis día a día.Gracias y ¡Forza Artieda!No estáis solos.
ResponderEliminarJosé Domínguez Solán DNI 18127204f
Una vez más complice y actor con los casi siempre ocultados por los medios oficiales. Gracias carlos por estar donde había que estar
ResponderEliminarGracias a ambos por vuestro comentario.
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